AL OTRO LADO DEL LENGUAJE
Antonio Gamoneda, a sus 83 años, es un poeta reconocido hoy,
como una de las figuras más relevantes de las letras Castellanas. No hay más
que ver comentarios de otros Poetas consagrados, como Ángel González o Luis
Alberto de Cuenca, que durante el discurso dado en 2006 por la concesión del
premio Cervantes, le clasificaban como uno de los mejores poetas de la escena
literaria actual. En sus versos encontramos una semántica posada siempre en la
vida, que realmente nos hace llegar directamente, sin necesidad de dar
explicaciones líricas o de retórica, a los recuerdos. “O es una dimensión en
la vida o se basa en la vida o no es nada, que con todas las posibilidades de
equivocarme la tengo abandonada” decía Gamoneda durante el recital.
O es una dimensión en la vida
o se basa en la vida
o no es nada
con todas las posibilidades de equivocarme la tengo abandonada
El pasado martes 29 de abril, abriendo un ciclo dentro del
programa poesía con norte, llamado Maestros y Promesas; que se celebra en la
sala de exposiciones de la fundación Botín, Antonio Gamoneda dedicó aproximadamente
sesenta minutos de su ocupado tiempo en leer unos versos; la mayoría de ellos
publicados en los últimos diez años de una larga carrera; que como explicó
Lorenzo Olivan, presidente actual de Santander Creativa, comenzó en 1947 con un
primer poemario llamado “La tierra y los labios”. Seguido, nombró otro de los
libros más reconocidos de dicho autor “Blues Castellano”, donde el recuerdo
traumático de una guerra civil le hace plasmar el dolor y sobre todo el frío en
las líneas, y es que en Gamoneda, encontramos el sufrimiento poético reflejado
como una faceta más del vitalismo, que en su propio lenguaje nos convierte esta
tragedia en el enorme placer que evoca leer su verso.
Tras publicar “Cecilia” en 2004, dedicado a su nieta, y
“canción errónea” posteriormente, vemos como en Gamoneda nunca desfallece la
voz poética; cuya madre según su criterio es el ritmo. Para entender la poesía,
Gamoneda se refiere a ella con el término “realidad intelectual”; es decir, se
trata de una poesía dedicada a la semántica, basada en la descripción, si se
puede llamar de alguna manera, metafísica de los sentimientos; sentimientos que
por otra parte giran en torno a aquella miseria y frío que vivió durante la
guerra en su niñez, y que repite constantemente, como si fuese, al igual que el
título de uno de sus libros, una “sublevación inmóvil” dentro de él.
“Atravesó el silencio” dice otro de sus poemas del primer
libro que no leyó durante el recital, pero sí quedó en el aire, hipnotizando a
un público, que veía como no ha sido solo capaz de atravesar el silencio sino
también el lenguaje. Su poética se basa en los significados que nacen siempre
de los hechos. Aludió a un verso de Lorca, “Toros celestes” donde como él
decía, “este verso remueve algo de nosotros, no se sabe el qué pero algo que
podríamos llamar realidad intelectual”.
Entre los poemas más destacados que leyó, si algún tema
común se puede conseguir sacar sobre el conjunto, sería según su propio
término, “la vida apartada”, no entendida como un beatus ille Horaciano, sino
más bien desde un punto existencialista, dirigiéndonos de "una
inexistencia hacia la otra, la oscura y trágica espera hacia la muerte".
Claro está, que como él menciona en la rueda de preguntas final, en mitad de
este tránsito existen cosas como el amor, la poesía o liberar de la miseria a
alguien, valores que no se pueden negar en todo este caminar y que convierten
ese “error que es la vida” en algo que merezca la pena vivir.
Además, los espectadores tuvimos la afortunada ocasión de
escuchar algunos versos inéditos que aparecerán en “Las venas comunes”; libro
en el que viene trabajando desde hace tiempo y que tendrá como temática tiempos
quizás más contemporáneos, donde la carga social se hace ver en algunos de los
poemas de forma explícita.
Texto: Alejandro Rebollo